Y así como nadie puede vaciar el mar de todos sus naufragios, yo no puedo dejarte marchar para siempre. No quiero que cruces esa puerta, y dejar todo lo que ha hecho de nosotros nuestra historia se vaya, no quiero un principio porque nunca ubiqué un final. No me imagino sin ti porque siempre he sido yo contigo, aunque tu hayas sido mi mitad, y yo una misera cuarta de ti, qué más da. Me niego a que los titulares no hablen de ti todos los domingos, a no empezar con ganas la semana, a no ponerme nerviosa, y mirarte de reojo. He intentado reemplazarte pero creeme no he podido, ¿Qué culpa tienen los otros de que no sean tú?, qué no rían a carcajada limpia en mitad de un silencio incómodo, que no apoyen su cabeza en mi hombro cuando todo se desmoronaba y me mostrabas lo bonito que es ver algo caer en ruinas. ¿Para qué cerrar una puerta cuando sé que yo misma la voy a abrir y voy a mirar a ambos lados para ver si te veo de llegar?.
No es que quiera que vuelvas, es quiero que nunca te vayas.
Me va a salir fuego de recordarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario