viernes, 9 de enero de 2015
Y es que te acercaste tan despacito que yo no te oí de llegar, agotaste mi tiempo, y cerrastes todas las puertas, me acorralaste, y yo no tuve manera de salir, tampoco es que quisiera irme, se estaba tan bien allí creo recordar. Pero de pronto aparecieron tus porques y preguntas retóricas, mis dudas infinitas no eran nada en comparación con las tuyas, porque las tuyas eran armas. Cómo si no supieses desde un principio porque yo había levantado mis muros frente a mi. Finalmente, volvimos a la escena del crimen para que yo te pudiese mostrar que no quedaba nada allí, solo el frío invierno que venía de cara, me sonreís entre dientes, sabiendo que no era así, que aún quedaban gotazos de sangre, y lo mejor aún cicatrices, que abriste con la escusa de ser médico, qué estropicio. Ahora veo con claridad que aquello no era un alto al fuego, que aquello era una guerra muy distinta a la anterior.
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