martes, 18 de noviembre de 2014

Me percaté de que no eran problemas con  el mundo, si no problemas de puntuación los que ralentizaban mis pasos y precipitaban mis caídas. Y es que soy así de torpe. Pongo comas en historias que deberían tener punto y final, o al menos a parte.  Puntos donde deberían ir puntos y coma, porque tiendo a terminar historias en la primera frase, sin dejarle sitios a las comas, esos pequeños signos ovalados cargados de un " tu historia no ha terminado todavía". Añado dos puntos a historias acabadas en punto  porque aún sigo anclada a ellas, revisando un texto que no quiero que termine, rezando por dentro para que continúe y que eso tan solo haya sido una pequeña parada en el camino para coger aire y dejar un toque de suspense. Y así evitando  puntos en finales,  poniéndolo al principio para que nada comience, saltando comas para coger carrerilla, intentando averiguar en que parte de mi historia va  ese maldito punto y coma, o un punto y aparte. Bailando entre letras, suspiros, madrugadas y oraciones, empezando historias, no terminando otras sin hacer descanso, ni si quiera tomar aire;

No hay comentarios:

Publicar un comentario