Te vas a poner muy guapa, o te vas a poner muy fea. Pero vas a cambiar. Creeme. Tal vez hagas locuras, como comprarte ropa que no necesitas en cantidades industriales, qué no vas a poder pagar o que no vas a querer usar. Vas a salir mucho. Vas a negarte a salir, también. Vas a decir que el amor es una estafa. Que tú no vas a querer a nadie nunca más. O peor: que vas a empezar a iniciar una relación con gente que no quieras tanto. Por la simple razón de que no quieres sufrir. Vas saber que te estás mintiendo porque te estás curando.
Vas comer compulsivamente chocolate. Vas a pasar noches sin cenar. Pero sobre todo, vas a llorar. Cuando te duches. Cuando te levantes. En la universidad. En el baño de tú trabajo. Antes de dormir. Incluso durmiendo.
Vas a descubrir que perdonar es la única manera de soltar.
Y una mañana, de verdad, cuando hayas perdonado, una mañana vas a abrir los ojos y te vas a sentir rara. Te vas a tocar el pecho. Tú corazón va a estar latiendo, tranquilo, en paz. Quedate escuchándolo. Está diciendo: Gracias. Ya paso. Estoy listo, cuando quieras, para que quieras otra vez.
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