-Desde que nací se me denegaron ciertos colores como el azul.
- A los tres años se me denegaron los balones y los action men.
- A los cinco se me denegaron los deportes como el fútbol o el baloncesto.
- De los seis hasta los doce no comprendía ( y estaba harta) por qué tenía que llevar faldas, vestidos y manoletinas. ( A día de hoy sigo aborreciendo esto último. )
- No comprendí por que debía de tener vergüenza o tratar como tema tabú el que me bajase a la regla a los trece.
A partir de los catorce empezó todo. El cómo una chica debía ser, comportarse o vestirse. Como de mal visto estaba el hecho de no depilarse y cómo debía castigarse socialmente el hecho de perder la virginidad fuera de una relación estable. ( más otro tipo de reglas estúpidas como a qué edad debía de perderse.). A los diecisiete vino todo lo demás, los trastornos alimenticios por estar delgada, el maquillarse o no, el tener una opinión y una voz, el mandar a la mierda a los cánones, el oír chistes machistas, comentarios machistas acerca de la libertad de cada mujer. Tristemente a los veintiuno mi madre y mis amigas tenemos un sistema de seguridad al volvernos solas a casa por la noche. Se me critica por el decir que no quiero casarme y tener hijos, que quiero otro tipo de metas con argumentos como "desde que estás en la universidad se te ha lavado la cabeza.; " Que vida más vacía", " ¿por qué no tienes novio?; e incluso he recibido comentarios de mi jefe yendo con una camisa abierta enseñando un sujetador de encaje " como no os van a hacer algo si vais incitando". Incluso dentro de mi propia familia dicen "que tengo mucho genio y que eso no puede ser así"
A todos ellos yo les respondo:
Yo tampoco entiendo como a pleno siglo veintiuno tenemos que hacer huelga para que se nos escuche y se nos tome enserio en el trabajo, en la calle, en la universidad, en casa, en el parque o en una discoteca. Porque simplemente no busco ser superior a, sino igual que.
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