jueves, 20 de marzo de 2014
Como la mayoría de todo ser humano alguna vez he anhelado tener compañía, tener a alguien con quién pasar las tardes tirada en una cama, desgastarnos los cuerpos, dedicarnos miradas llenas de sentimiento. Eché de menos sentirme querida. Intenté de todas las maneras encajar con alguien, pero ese fue mi gran problema, que no tenía que forzarme a encajar, limar mis gustos, cambiar para que alguien me quisiese, porque no podía ser así. Cuando me dí cuenta de el error que estaba intentando cometer, llegaron las tormentas, los truenos, los huracanes y las caídas. Y tras pasar el invierno, si es que ya queda algo de él en las temperaturas, o en el cielo encapotado de nubes, lo único que quise fue calma. Que ironía. Siempre me habían dicho que cuando dejas de buscar una cosa es cuando viene, pero ahora me da igual, no quiero encontrarla, no quiero que me encuentren, aquí no se está tan mal.
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