Que la vida me perdone
los momentos
en los que no quería
ni respirar
cuando el viento embravecía.
Que la vida me perdone
las veces que perdí
sin saber
lo que perdía.
Que la vida me perdone
los besos
que no he dado
los abrazos;
que he derrocado.
Que la vida me perdone
las historias,
que he finalizado
a navajazo limpio.
Pero sobre todo,
aquellas historias,
en las que no he querido
ni tomar lápiz ni papel.
Que la vida me perdone,
las heridas
que no he curado.
En sí que la vida
me perdone,
la tinta derramada
las lágrimas también;
la piel de gallina,
las historias;
los deseos a mediohacer.
las escapadas,
todo lo que perdí.
Que me perdone todo;
porque yo ya me he perdonado.
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